Mi salida de emergencia
"creo que no soy responsable del sentido
o falta de sentido de la vida, pero sí
soy responsable de lo que haga
con mi propia y única vida"
Hermann Hesse
Antes que nada, quisiera aclarar que este espacio es algo así como mi jardín personal, mi fondito, para ser más claro.
Elegí llamarlo 'al mundo no le importa si vos llorás' porque así se llama mi primer libro; así en minúscula y bien desalentador. [Primer libro que está en proceso de publicación hace unas semanas y que pasó un pequeño período de corrección de apenas 6 años]. Aclaro que NO es un libro de poemas, sino de CUENTOS; cuentos que reflejarían historias desesperanzadoras, o algo así. ¡Bah! ¡Qué sé yo! Las historias que escribimos reflejan nuestro estado de ánimo, pero también nuestras creencias, nuestras frustraciones, nuestro más íntimos temores...
Los cuentos que yo cuento -parafraseando a Sabina- terminan mal, aunque ese "mal" no sea trágico ni derrotista. Es un mal ligado a la finitud de nuestra existencia, a lo corto que es este paréntesis llamado vida.
Pero decía que este blog sería algo así como mi vía de escape, y creo que tiene que ver porque aquí me animo a dejar aquellas cosas que escribo y que no tengo que "defender" [en el sentido más académico de la palabra] ante nadie. Acá dejo tirados algunos poemas, algunos cuentos, algunas opiniones; no para convertirme en una "Mega Literary Star" o algo así, sino para ejercitar esto de escribir y ser leído.
Hablemos del libro
Consta de dos partes: la primera se llama como el libro y está integrada por nueve cuentos (El camino de regreso, Temporal, al mundo no le importa si vos llorás, Ciento diez, Homicidio agravado por el vínculo, El regalo, Voyeur, El baño y Elena); la segunda parte agrupa tres historias de amor que, sin tratar de influenciar a un posible lector del libro, podrían considerarse 'no convencionales', y se llama Quereme así (Esas manos, 'te voy a extrañar' y La perfección del amor).
Carolina Arias, quien tuvo la gentileza de prologar el libro escribió:
"Creo que no me equivocaría si me arriesgara a decir que este libro es un intento de búsqueda. Una búsqueda de no se sabe bien qué, pero ese es justamente uno de los enigmas de nuestra existencia".
Particularmente, creo que Carolina me saca la ficha bastante bien; quizás se deba a que nos complementamos como escritores, al punto tal que escribimos juntos una novela corta, allá por el 2011 (Sobre los trazos de tiza borroneados de una rayuela), o fue una devolución de gentileza ya que yo tuve el honor de escribir el prólogo de su primer libro de cuentos (De farsantes sobreviviente y tontos, cantamañanas, 2011); no sé, pero coincido en esto de la búsqueda. Uno eso: su soledad y su búsqueda; una búsqueda que muchas veces -la mayoría si se me permite- no llega a destino; una búsqueda que se vuelve un espiral o un torbellino, y nos envuelve o no hunde, según el caso; una búsqueda que nos consume. Luego, la escritora Carolina Arias (autora, además, de un libro de microficciones llamado Microabismos en el borde de la almohada, cantamañanas, 2012) dice:
"En cada cuento de este libro alguien anda un camino. A veces, el camino exterior, concreto, puede ser una metáfora -o una antítesis- del camino interior. Uno puede situar la búsqueda en distintos planos: en el mundo exterior, en uno mismo, en los demás, en un posible más allá. Pero es una constante."
Cuando leí lo que escribió sobre mis cuentos, tuve la necesidad de ir corriendo y releerlos con urgencia; pero a diferencia de otras veces, lo leí como un lector más, alguien ajeno a la causa del 'yo' escritor; y debo reconocer que acá también tuvo razón.
No concibo una literatura que no se viva, que no se transite; me gustan esas historias que nos perforan las entrañas y nos dejan dando vueltas, mirando desorientados y con la mente en blanco. Las historias nos escriben, nos traspasan. Después es cuestión de uno darles vida o dejarlas por ahí.
"supongo que es mejor no llegar a ninguna parte. Creo que Cristian Walter, el autor de estas páginas, debe de pensar algo similar. Si no, nos daría cuentos perfectamente empaquetados, con moño y todo. Cuentos que pudiéramos leer en la cama, a la luz tenue de un velador, y luego dormirnos con una sonrisa beatífica en los labios. Afortunadamente, no es así.
Me animo a decir que este libro no se lee, se camina. A veces, vertiginosamente. Otras veces vamos a necesitar hacer un alto, respirar hondo y luego seguir. El camino se puede volver sinuoso, escarpado y, por momentos, llano y suave.",
propone la prologuista... No sé, que cada uno piense lo que quiere...
Pero yo prometí escribir sobre este blog, no auto-reseñarme, así que sigo. En este espacio de devaneo, de escape, voy a buscar cómplices para el error; no pretendo buscar "fieles lectores que me idolatren", sino que quiero gente que me acompañen en esta caída libre que es la escritura. No me animo a prometer nada, ni siquiera puedo asegurar que luego de leer mis post uds. no piensen que han perdido tiempo de sus vida... Lo lamento, pero no pienso disculparme de antemano, desafortunadamente esto es lo que soy: un tipo con ínfulas de escritor.
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